TERCER DÍA

Consideración para este 3º día

El Espíritu Santo nuestro consolador.

Después del pecado original, la miserable descendencia de Adán sufre por el dolor, consecuencia no solo de aquel primer pecado, sino también de las obras cometidas por nosotros mismos. Ahora bien, el Espíritu Santo, que es Amor, no dejará sufrir a sus amados sin derramar sobre ellos muchísimos consuelos. Y es porque Él nos consuela, que la Iglesia Lo llama “Consolador Perfecto”, y posee para Él los más dulces nombres, como “Padre de los Pobres” “reposo en el cansancio”, “Dulce refrigerio”, “Alivio en el llanto”. Si bien es cierto que Él no nos quita de las manos aquel cáliz de amargura que debemos beber a semejanza del Salvador.

A pesar de todo, el Espíritu Santo, sabe mezclar su dulzura con nuestras amarguras en los dolores que nos vienen de parte de las criaturas, Él nos da el consuelo de Su gracia; en las desgracias, un dulce y tranquilo impulso para conformarnos. En cada sufrimiento, el Espíritu nos da un rayo de Su luz que nos hace entender que por detrás de aquel mal, existe un bien, y una voz de verdad que nos recuerda las eternas recompensas; y con Aquella voz de verdad, el alma atribulada es consolada por el Perfecto Consolador que a ella se entrega.

Si tenemos un Perfecto Consolador, ¿Por qué el mundo está repleto de afligidos? ¿Por qué en todas partes se derraman lágrimas y por qué se escuchan los gemidos de dolor? ¿Por qué se llega al suicidio? Infelizmente, debemos constatar que esos no conocen al Espíritu Santo, que es el Verdadero Consolador del hombre, porque el sufrimiento de ellos no posee consuelo.

Pero, ¿por qué eso sucede también entre los cristianos? La razón es clara: También entre los cristianos poco se conoce y menos todavía se honra al Espíritu Consolador. Pero, si vemos almas que en el sufrir se mantienen tranquilamente conformes, podemos muy bien decir que ellas están con el Espíritu Santo, y si vemos algunas que en medio de las tribulaciones pueden repetir como San Pablo que sobreabunda la alegría, podemos también decir que estas están llenas de Espíritu Santo y llenas de Verdadera Consolación.