Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de Tu Amor. ¡Envía Tu Santo Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la tierra!
ORACIÓN INCIAL
Divino Espíritu, que por la Iglesia eres llamado Creador, no solamente porque lo eres con relación a nosotros, criaturas; sino también porque moviendo en nuestras almas, santos pensamientos y afectos, creas en nosotros aquella santidad que es obra Tuya. Venga también sobre nosotros Tu benéfica virtud, y mientras Te honramos con este devoto ejercicio, dígnate visitar con Tu Divina Luz nuestra mente, y con Tu Suprema Gracia nuestro corazón, para que nuestras oraciones suban agradables a Ti y del Cielo, descienda sobre nosotros la abundancia de Tus divinas misericordias. ¡Amén!
SEGUNDO DÍA
Consideración para este 2º día
El Espíritu Santo habita en nosotros.
Según santo Tomás, el Espíritu Santo es para nuestra alma lo que el alma misma es para nuestro cuerpo. Y así, como un cuerpo no puede vivir sin el alma, un alma privada del Espíritu Santo esta muerta, muerta a la gracia, muerta al santo amor, e incapaz de conquistar méritos para el Cielo. Pobre de quien expulsa con el propio pecado al Dulce Huésped del Alma, porque expulsa el amor, la gracia y pierde la propia vida.
ORACIÓN PARA FINALIZAR
¡Oh, Espíritu Santo, que eres el Amor, piedad de tanta mediocridad y de tantas almas que se pierden! Haz que rápidamente suceda aquello que David profetizaba diciendo: “Manda Tu Espíritu!”. Haznos nuevas criaturas, y así renovaras la faz de la tierra. A partir de esta consoladora profecía, unidos en oración, como nos enseña la iglesia, con plena confianza repetimos: ¡Envía Tu Espíritu y todo será creado, y renovarás la faz de la Tierra!
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